La economía no es para cobardes

El conocimiento económico actual está dominado
por teorías ingeniosas y seductoras, que se caen
ante un análisis minucioso. Afortunadamente
existen estos 10 libros para aprender economía.
Es un reto intelectual, un desafío de valientes.

La libertad no es divisible.

Es muy extraño que haya personas que defienden la libertad de expresión, de cultos o el libre desarrollo de la personalidad, mientras se oponen al libre mercado.

Al mismo tiempo, hay quienes defienden la no interferencia del gobierno en los asuntos económicos pero pretenden que sus principios morales se conviertan en ley.

Estas posiciones ideológicas están llenas de contradicciones porque la libertad no es divisible; el principio funciona igual en todos los ámbitos de la vida.

No hay ninguna razón para que una persona que entiende las ventajas que ofrece una sociedad en la que se respetan las preferencias individuales de la gente a la hora de elegir una carrera, una pareja, el color y la forma de su ropa, o los ingredientes con los que preparará su comida, no pueda extrapolar su comprensión del asunto y aplicarlo al análisis de las ventajas del libre mercado. O a la inversa: el que entiende las ventajas de la economía de mercado, perfectamente puede usar las mismas herramientas de análisis que le permitieron llegar a esa conclusión y aplicarlas a los asuntos morales de la vida.

Parte de la inmensa confusión que existe y que ha impedido que los defensores del libre mercado encuentren más adeptos dentro de la población civil es que, uno de los adagios principales que usan los intervencionistas es acusar a los mercados de los resultados que genera la intervención del gobierno en la economía. Como las personas suelen ignorar los principios de la economía, caen fácilmente en sus mentiras.

Libre mercado vs intervención gubernamental

El último siglo se ha caracterizado por una constante y cada vez más profunda intervención de los gobiernos en todas las esferas de la vida —económica, social, médica, la que se les ocurra— y los resultados saltan a la vista.

En un mundo lleno de recursos cada vez muere más gente de hambre, cada día aumenta la brecha entre los más ricos y los más pobres, cada vez las guerras son más sádicas, letales y sin sentido, cada día se adjudican más muertes a los medicamentos legales, cada vez hay menos reflexión, comprensión y consciencia.

Ahora ¿son estas las consecuencias del libre funcionamiento de los mercados o de la intervención gubernamental en los mismos?

Libertad y responsabilidad son inseparables.

La libertad implica libertad para elegir y la libertad de elección implica que quien elige debe asumir la responsabilidad completa de las consecuencias de sus acciones, tanto las que considere deseables como las indeseables. Por lo mismo, como dicen por ahí, los hombres están preparados para la libertad en la misma medida que están dispuestos a asumir la responsabilidad de sus acciones.

Sin embargo, en este mundo paternalista en el que nos ha tocado vivir, las autoridades nos proveen únicamente lo que ellos consideran que satisface nuestras necesidades a cambio de que se les permita dictar nuestra conducta. Claramente el resultado no es otro que una ciudadanía que en su mayoría es irresponsable y descriteriada, que se cree con “derecho” al trabajo, a la educación, a la salud, a tener una vivienda digna, etc., etc., etc., porque ha comprado el discurso facilista de las autoridades, sin entender que lo que están entregando a cambio no es nada más, ni nada menos, que su propia alma. Después de todo, nada es gratis.

No estoy diciendo que tener una casa o un trabajo no sea algo fundamental en la vida de las personas. Por supuesto que lo es.

Lo que no es cierto es que sea el Estado el responsable de otorgarle a cada uno de sus ciudadanos lo que ellos “necesitan”. El precio que se paga por mantener y propagar esta idea es extremadamente alto. La gran ironía es que son precisamente los economistas profesionales los que más contribuyen a la difusión de estas ideas. Y con la estratagema de culpar a los mercados por los resultados de las regulaciones —intervenciones descomunales que otorgan beneficios especiales a los amigos del poder—, la confusión entre el público pensante es nada menos que masiva. 

Grandes economistas, genios desconocidos

Afortunadamente hoy es posible acceder fácilmente y de manera gratuita a la obra de los grandes economistas, esos genios desconocidos y tantas veces perseguidos por ser enemigos del poder político.

Esos maestros —Frédéric Bastiat, Carl Menger, Ludwig von Mises, Friedrich Hayek, Murray Rothbard, Faustino Ballvé y Henry Hazlitt, entre muchos otros— lograron exponer con claridad los principios de la ciencia económica, sus alcances y limitaciones. Desafortunadamente, son nombres desconocidos en las Facultades de economía.

Sin embargo, el Instituto Mises ha logrado suplir esta horripilante deficiencia de la educación formal. Sus fundadores saben mejor que nadie que, gracias al “derecho” a la educación, es imposible desligar la Academia del poder político. Y como los que han permitido que se generen y se mantengan estas alianzas non-santas no tienen ningún interés en proporcionarle a la población los medios para arrebatarles su poder y privilegios especiales, la obra de estos grandes pensadores dificilmente se discutirá en las aulas de las universidades tradicionales.

Pero todos podemos aprender Economía. De la mano de Bastiat, Mises y Hayek se transforma en una disciplina fascinante, en un método brillante para entender el comportamiento humano, en una herramienta sagaz para comprender el mundo en el que vivimos.

Sin fundamentos económicos es imposible entender por qué el mundo funciona así.

Además, la trampa del sistema monetario tiene que ser comprendida. 

El sistema monetario actual es un sistema de robo solapado y atroz que se sostiene gracias a la ingenuidad e ignorancia de la gente. Es un sistema que beneficia únicamente a los que saben usar las artimañas del sector financiero, a los dueños de los bancos y a esa exclusiva y muy reducida elite que controla los bancos centrales del mundo.

Lo que se enseña en las universidades hoy en día es un entramado de manipulaciones y propaganda que difunde y cimienta ideas indefendibles ante un análisis minucioso, pero que no por eso dejan de ser seductoras. Y todos caemos en la trampa.

Pero es un deber de las personas pensantes dotarse del conocimiento necesario para entender y desarrollar las herramientas necesarias para exponer todas las grandes mentiras que hoy se tienen por verdades irrefutables.

Como dijo Murray Rothbard: “No es ningún crimen ser un ignorante en economía, que es, después de todo, una disciplina especializada que además la mayoría de gente considera una ‘ciencia deprimente’. Pero es una total irresponsabilidad tener una sonora y vociferante opinión sobre materias económicas mientras se permanece en semejante estado de ignorancia”.

Para salir de esa ignorancia nada mejor que empezar por estos libros. Después de leerlos, nada vuelve a ser lo mismo, nada vuelve a verse igual. Son sencillos, claros, y gratis.

Los mejores libros para aprender economía

  1. Robert Murphy, Lessons for the Young Economists (Link para descargar libro)
  2. Henry Hazlitt, Economics in One Lesson (Link inglés), La economía en una lección (Link español)
  3. Ludwig von Mises, Human Action (Link inglés), La acción humana (Link español)
  4. Ludwig von Mises, Theory of Money and Credit (Link inglés), Teoría del crédito y del dinero (Link español)
  5. Murray Rothbard, Man, Economy and the State, with Power and Market (Link para descargar el libro)
  6. Faustino Ballvé, Essentials of Economics (Link inglés), Fundamentos de la ciencia económica (Link español)
  7. Henry Hazlitt, What you Should Know about Inflation (Link inglés), Lo que usted debe saber acerca de la inflación (Link español)
  8. Ayn Rand, El manantial (Link primera parte), (link segunda parte)
  9. Murray Rothbard, The Case against the Fed (LInk inglés), El caso contra el banco central (Link español)
  10. Gene Callahan, Economics for Real People (Link para descargar el libro).

 

Hay que invertir bastante tiempo en descubrir y entender los conceptos y preguntas que este campo del conocimiento se plantea. Pero las recompensas son grandes; muy grandes. En palabras de Ballvé:

“La esencia de la economía no es el equilibrio sino el desequilibrio: el equilibrio la llevaría al estancamiento y a la muerte; el desequilibrio es el motor que la hace viva y progresiva. Economía no es paz y seguridad: es osadía y aventura. No hay cálculo económico exacto como han pretendido algunos matematicistas porque, los datos económicos que poseemos, son siempre los de ayer,  y el mañana nos es desconocido.  Toda actividad económica es una letra girada sobre el porvenir y éste puede resultar solvente o insolvente. De ella puede decirse lo que el gran Goethe [escribió] al final de la segunda parte del Fausto: ‘Lo transitorio es sólo un símil. Lo que aquí sucede es lo imposible. Lo que aquí se hace es lo indescriptible’. Economía no es matemática: economía es fantasía e invención. Es la lucha por lo desconocido. La economía no es para cobardes”.

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